miércoles, 13 de marzo de 2013

No era Elena Cortés




Martes, 12 Marzo 2013
Las ansias le pueden. Las ganas de desviar la atención de sus propios escándalos han llevado al PP a equivocarse al ver escrito en un medio de comunicación que “Elena Cortés” formaría parte de una especie de cúpula que manejaría los hilos de la Corrala “La Utopía” de Sevilla.
Han visto una buena oportunidad para hartarse de balón y se han apresurado a acusar a nuestra Elena de alentar ocupaciones y de “bandolerismo”, al tiempo que han anunciado una pregunta parlamentaria de máxima urgencia: http://bit.ly/14O70Q5
“Elena Cortés”, sin precisarse en el medio si era o no la Elena Cortés Consejera de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía, resultó ser “Elena Contreras”, mujer activa en el movimiento por el derecho a la vivienda y vecina de La Corrala, como han aclarado en una nota los propios componentes de esta Corrala, quienes, entre otras cosas, subrayan la confusión de los nombres en el trabajo periodístico.
El mediocre liderazgo del actual presidente del PP-A, Juan Ignacio Zodio, sumado a un estrepitoso declive en las numerosas encuestas que miden la intención de voto, así como la necesidad imperiosa de quitar de la primera línea mediática sus escándalos de corrupción, Bárcenas, Mato, Gürtel y otros, tienen en permanente estado de nerviosismo al Partido Popular.
Las diversas Corralas responden a un movimiento en defensa del derecho a la vivienda que está sirviendo para poner sobre la mesa un debate social vivo y en el que Izquierda Unida está firmemente comprometida y para cuyo debate la Consejera Cortés está ofreciendo numerosas alternativas desde el plano institucional, tal como ha sido su propia firma en la Iniciativa Legislativa Popular para la dación en pago, la apertura de oficinas provinciales a favor de las personas amenazadas de desahucio o la paralización de los desalojos en el parque público de viviendas en Andalucía.
Estas últimas iniciativas, por cierto, fueron solicitadas por el PP meses después de que ya estuvieran en marcha, lo cual añade al nerviosismo de la derecha una desesperación indocumentada y una falta de alternativas que rayan la frivolidad. En este caso, la pieza de caza mayor que suponían que acababan de cazar no era sino otra oportunidad para hacer, una vez más, el mayor de los ridículos.

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